lunes, 16 de mayo de 2011

Caliban en Diccionario

Quién querría utilizar el diccionario para hablar en la calle? ¿Acaso la conversa de la fiesta, el dialogo en la plaza merecían estar en un templo como lo es un diccionario? Es más, ¿el nuevo español, el nuestro, el de Nuestra América que ha sido construido desde hace mas de 500 años, con nuestros propios sonidos, mezclas, relaciones y significados, era objeto de estudio y aún más de publicación? Que territorio lingüístico rico y grande tenemos, pero ¿cómo le hacia uno del centro para que el de bien del sur, le pudiera entender sin perder su singularidad? ¿Era esto motivo de distancia entre nosotros?
Haz las cosas por ti mismo si quieres algo, decía la madre y muy bien la escucho el queridísimo y respetado cubano Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que haciéndose estas y de seguro muchas más preguntas decidió hace 14 años comenzar una investigación por todo el continente americano de habla hispana, intentando recoger esas palabras nuestras para publicarlas en un solo diccionario.
Este año Humberto ha recorrido muchos países de Nuestra América para presentar el resultado, que debió ser aprobado por la Real Academia Española de la Lengua, y que no logro contener nuestra inagotable habla, pues para publicar un diccionario se tiene que tener un número máximo de páginas que con todas las palabras nuestras era imposible de publicar.
Esta selección de cuáles eran las palabras que debían ir en el diccionario fue trabajo para cada Academia de la Lengua en cada país. Las discusiones que se levantaron en torno a que palabras poseen un significado que sea compartido por un número significativo de habitantes de un país, era el mayor criterio. Sin embargo los intereses colonialista y de respeto con la lengua “madre” se pusieron sobre la mesa, evitando que palabras consideradas vulgares salieran del estudio. Nos alegra contarles que esta batalla fue ganada y ahora muchos lectores se sorprenden por la cantidad de palabras groseras que el diccionario tiene. Cómo nos cuesta reconocer nuestra propias formar de hablar y por el mismo camino de sabernos propios, singulares.
Este diccionario no es un artículo de curiosidades lingüísticas, es una bandera que nos empuja a reconocernos como creadores de nuevos significados y significantes que nos ayudaran a empoderarnos de esta cultura de 500 años que es nuestra, que forja nuestra identidad y nos aparta de patrones que no tiene nada que ver con nuestra vida. Esta bellísima publicación nos demuestra las hermosas diferencias que tenemos y las similitudes en procurar formas, signos para este caso palabras que sean más nuestras, validas para estar tanto en el cotidiano como en lo trascendente. 

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