domingo, 4 de agosto de 2019

DURMIENDO CON ... ¿QUIÉN?

A veces siento que me canso, que no quiero luchar más, que la fuerza de la costumbre, la tradición y el imperante machismo, pueden más que mis ganas de darle la vuelta a esta barca en la que nos han puesto debajo y ellos sean puesto arriba.

Gracias a las diosas, ese cansancio es transitorio y, de solo elucubrar la idea de dejar de luchar para que salgamos de abajo de la barca, se me regenera la voluntad por seguir moviendo la mar. 

Foto: Harry Soto.
Varias cosas han pasado por estos tiempos que son para mí un motivante para la letra y la reflexión escrita.Todas esas motivaciones y cansancios, vienen de los más cercanos, de los amigos, hermanos, compañeros, que (como ocurre por estos tiempos) dicen y manifiesta en sus encubiertas acciones, lo necesario que es una transformación de paradigmas que tienen que ver con el género y la excesiva biologización de nuestras sociedades. Ocurre en varios escenarios, pero, en este texto, solo quiero nombrar dos:

En este primero, los hombres que me decepcionan presentan sus machismos por miedo. Ellos que siempre nos vieron como sus ayudantes, sus gestoras, sus alumnas, sus discípulas, sus hermosas marionetas, les aterroriza el hecho que ya no queramos ser su mano derecha, se espantan cuando ven que podemos ser nuestras propias manos y que ya no necesitamos de su ser para que nos representen, nos guíen, nos coloquen. Se apabullan al ver cómo podemos ser sin ellos, cómo podemos crear, decidir, dirigir y proponer sin esperar su aprobación y sin siquiera tener en cuenta su opinión. El miedo es tal, que sus reacciones agresivas, diversamente violentas, no se dejan esperar. 

Una, que algo de mamá le aflora de los genes, cree que en vez de que se asusten y reaccionen de forma agresiva, imagina que responderán con orgullo y ánimo, al ver como la aquella aprendió varias cosas que hoy, podrían hablar de su paso por esa vida. Y cómo no tener esos maternales pensamientos, si les habíamos escuchado sobre la importancia de un mundo menos desigual y hasta los vimos tener gestos "antipatriarcales". Cómo aquella vez que te dejó presentar el proyecto, o aquella otra que te impulsó al liderazgo, otra en la que escribió un texto sobre el asunto del género y su fama de intelectual logró varios "me gusta", o alguna en dónde propuso trabajar solo con mujeres (claro, él comandando). Pero en esta lógica en la que nos tocó vivir, eso, obviamente es transitorio, o solo son enunciados. 

Aquel miedo hace que comiencen a lanzar toda clase de improperios, de desprestigios frente a nuestras acciones. Estas siempre, serán menores que las de ellos, siempre estarán mal hechas, siempre serán cosas rebuscadas que no tienen sentido. Hasta les he escuchado decir que solo las hacemos para contradecirlos. Es decepcionante escuchar sus tajantes afirmación en donde sentencian que los odiamos y que solo hacemos lo que hacemos porque ahora está de moda odiar a los hombres. ”Quieren un mundo sin hombres"... y bueno, … en ese momento una calla y sonríe, con aquel gesto de primípara del que se enamoraron varios años atrás. 

Nos creen tan incapaces de tener nuestros propios deseos, anhelos y voluntades que solo justifican nuestras acciones a través del argumento del ataque, del rencor, del suponer que solo lo hacemos para incomodarlos. La cosa puede agudizarse y, ahí la arena se empieza a calentar. Te cierran espacios, te obstaculizan proyectos, sabotean tus propuestas y te niegan representación, liderazgo y voz. 

Te decepcionas, si, te entristeces, te da rabia, te embarga una profunda amargura. Son ellos, los más cercanos, los que te vieron crecer, cambiar y que, seguramente en algo influenciaron estas vidas nuestras. 

Ahora cambiemos de escenario, pasemos a uno en donde el peso de la historia y las jerarquías no sean determinantes. En éste, aquellos que dicen que es imperioso cambiar este mundo patriarcal, son los amigos, los compinches que comparten contigo espacios de ocio, rumba y tragos. Esos que son tus amigos porque compartes con ellos una filosofía, una política, una forma de ver este mundo. Las causas que nos llaman al trabajo, los proyectos que la amistad motiva y las conversaciones durantes los tragos y los paseos estaban sobre esa voluntad de transformación, cambio, revolución. 

Con lo anterior, quiero dejar en claro que no son esos amigos que todas tenemos, que por ahí vienen de la niñez o la adolescencia, que al crecer se interesaron por otras cosas bien diferentes a las tuyas, hasta hacer insostenible una charla sobre esta vida que nos tocó soportar. Esos que son bien machitos y que les cuesta reconocer la necesidad del giro, no es a los que me refiero. A los que traigo aquí, fue a aquellos que conociste ya grandecita, con los que te juntaste por voluntad y no por costumbre. Bien, pues esos, también, dejan ver sus gestos patriarcales en el momento en que menos te lo esperas. 

Un día te llaman para que apoyes un proyecto, una convocatoria, un trabajo, una iniciativa y te hacen creer que tu participación es fundamental, protagónica, indispensable para el curso de esa acción. Te suben el ego hasta cuando se dan cuenta que estás bien subida. Allá arriba, tu te sientes orgullosa de esos “buenos amigos” que reconocen tus habilidades, te sientes amada al ver cómo ellos están de de-construidos, cómo están luchando para que la marea vaya para el otro lado. Pero cuando estás por las nubes, con tal de que no puedas ver lo que ocurre abajo, te das cuenta que toda esa inflada era con el perverso hecho de figurar, de aparentar, de mantener su máscara de transformadores, de revolucionarios, de mente abierta y aliados del feminismo. Te usan como anzuelo, te ponen como carnada para conquistar públicos y escenarios en dónde mostrarse política y contemporáneamente correcto da votos, llama aplausos, pone más puntos, trae dinero. Te das cuenta que les interesas un sieso. Se hace evidente que tus ideas sobre, la equidad entre hombres y el resto de los géneros, les importa un miserable rábano. Ves, con inmenso dolor, que esas banderas nunca fueron las de ellos, y en cambio ves, con mayor inteligibilidad, que las utilizan para estar en los escenarios que hoy tienen más presupuestos, más entradas, otros auditorios interesados. Comienzas a escuchar sus frases raídas, sucias, corruptas en dónde tus reclamos no son importantes para ese momento, que lo necesario, en esa coyuntura, son otras luchas y que las de nosotras no son estructurales “por ahora”, “que luego habrá tiempo para lo de ustedes”. 

Nuestras luchas, entonces, se vuelven plato de segunda, tercera y hasta décima mesa. Para ellos, eso no es fundamental, hay que dar el debate por otras cosas más importantes en las que nuestras necesidades no son prioridad. Pero en cambio sí usan nuestros discursos para salir a la plaza pública, al micrófono del evento, a la entrevista con el medio y hasta a la cerveza coqueta frente a una chica. Te das cuenta que todas las veces que te llamaron para que hicieras parte de la foto, solo era para darse fama de de-construidos y librepensadores. Luego miras la foto con detalle o miras otras y te das cuenta que manipulan a la mujeres para que reproduzcan sus discursos misóginos, machistas, xenófobos, racistas, patriarcales… 

Muchas de nosotras les seguimos haciendo la sombra, la pantalla, sin darnos cuenta que solo nos usan como disfraces que se quitan y se ponen según la ocasión. Colocan mujeres en sus proyectos, en sus listas, en sus mesas de trabajo para aparentar, para salir como “correctamente políticos” en la primera página, más no para replantearse las lógicas patriarcales que estas sociedades nuestras tienen.Y ahí va, una decepción más, miles más. 

Lea esta frase con tono de película de los sesenta, de misterio, con voz de narrador enigmático y, con violines y pianos de fondo: “El enemigo está más cerca de lo que parece”. Ahora escuche o imagine nuestras risas. 

No crea persona lectora que, a pesar del profundo dolor y desasosiego que deja la traición y la mentira cuando viene de los más cercanos, vamos a dejar de luchar y de amar, de debatir y de escuchar, de cuidar y de protestar. Los amaremos, los cuidaremos, los escucharemos, pero por encima de esas tres acciones priorizaremos amarnos, cuidarnos y escucharnos entre nosotras, para nosotras y por nosotras.

4 comentarios:

  1. Ahora "mujer y género" somos la nueva hambruna por la que toca crear ONG'S y destinar presupuestos porque para ellos sí es una moda, no olvides que "nada lucra más que la pobreza" y nosotras somos lxs nuevxs pobres.
    El feministo se lucra (en sexo y plata) haciéndose el deconstruído, surgen también unas nuevas "populares" acomodando el discurso para excluir igual que siempre, pero con "argumentos" postmodernos, de repente a Frida Kahlo y su relación amorosa más conocida se le considera un ícono y así...
    Estos son los tiempos, los lugares y las gentes que nos tocaron, nos tocó #yosoyfloradavis o #prayforsimonnedebeauvoir; estamos en transición, la gente no acaba de entender lo que son los derechos, menos alcanzan a entender que son para todxs.
    Te deseo paciencia, porque mientras pasa la moda y decantan los procesos hay que tomar decisiones: enseñar o dejar de intentar, querer o tolerar, confrontar o confrontar (es más divertido cuando todo arde 😈) pero lo que sí es cierto es que ahora nos sentimos, nos vemos y nos queremos más que antes y sabiendo cómo, en parte porque lo único bueno de esta "moda" es que AHORA TODO EL MUNDO LO SABE y no pueden hacer nada para detenerlo.

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    1. Gracias mi Lore por tus reflexiones, son muy entusiastas, animan un montón. Se te extraña por estas tierras.

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  2. Es importante, muy importante recordar ese dicho coloquial de las abuelas "no confié ni en su propia sombra" los amigos existen pero cuando hay que tratar de hacer lo q toque para intentar brillar con luz propia se lleva x delante al que sea, pero más importante aún es que cuando se descubren esas personas hay que. "sacarlas del llavero" alejarla y decir gracias deje así.... No me llame yo lo llamo jajajajajaj

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