sábado, 24 de febrero de 2018

No, pero … ¡Qué chimba! ¿Una autocrítica?



En marzo de 2017 decidí iniciar un proceso de creación que tuviera la calle como un “todo”, esto es, que el espacio público fuera sala de ensayo, elemento motivador para la creación, lugar de entrenamiento y preparación, salita de reuniones y claro, escenario.

Sería una especie de “solo”, es decir, no estaría acompañada por otra artista que realizara el proceso e interviniera la calle conmigo.

Inicié el proceso en la ciudad de Bogotá el 22 de marzo de 2017 en la zona centro. Realicé una primera salida sin saber cuál era el tema, ni la estética, ni la poética. Allí intente moverme cómo se movía esa atmósfera, sentir su ritmo y sobre todo su ethos. Ese ethos, definido como la esencia, el ser, la forma y el contenido en un solo frasco. Después de esta exploración decidí que el tema de la creación sería diferentes violencias que las mujeres sufren en el espacio público.

Imágen Mauricio Rodríguez. Av. Jiménez. 1

Así, el proyecto tomó más forma. Le comenté esto a mi amiga Clara Angélica Contreras Camacho, directora escénica, con el fin de que ella me acompañara en el proceso como observadora experta o, no tan bien dicho, directora. Ella aceptó e iniciamos una rutina de ensayos. Fui enfática con Clara, en que todo el proceso ocurriría en la calle, desde nuestras reuniones, hasta los ensayos y preparaciones.
En las primeras salidas, Clara me pedía que construyera partituras con diferentes estímulos; con movimientos que fueran inspirados en el circular de los transeúntes, en el paisaje de la calle, o sea, su arquitectura, en los gestos que aparecen repetidamente en las personas y en las formas con las que contaba en el lugar donde ensayábamos.

Duramos algunos ensayos explorando solo con el cuerpo, creando partituras que describieran la calle, el movimiento de una mujer en el espacio público y la relación con los transeúntes. Para Clara y para mí fue bastante sorprendente usar la calle como sala de ensayos. Crear una secuencia, implica parar, pensar, volver a intentarlo, repetir, repetir y de nuevo, repetir. Este trabajo en una sala pareciera, a primera vista, que no tiene mucho problema. Sin embargo, esto en la calle cambia drásticamente. No existen los espacio privados, pero si existe invisibilidad. Afuera, todo el tiempo se tienen otros ojos encima, y eso despierta otro tipo de comportamiento, otra forma de concentración y trabajo. Todo el tiempo el transeúnte está influyendo en cada parte que se fija, que se cuadra, que se crea. Esto era lo que queríamos. Una relación permanente con las personas que pasan a tu alrededor. Casi, que se convierte en un a creación en conjunto.

Sin embargo, también existe la invisibilidad. En nuestras calles, producto de la cantidad de manifestaciones causadas por la desigualdad y la pobreza, las personas que transitan cierran sus percepciones a lo que ocurre en el espacio público. Si yo trabajaba en silencio, era muy posible que pasara desapercibida en el lugar. Así, conseguí sentirme aislada y hasta con cierta privacidad. Logré instalar en mi cuerpo la sensación de que a nadie le importa lo que pase con el otro, de esa forma es casi como si estuviera sola en medio de la multitud.
Imagen Clara Camacho. B. Restrepo

Como se puede imaginar, algunas veces fui interpelada por personas que se preocupaban con mi presencia y mis acciones. No faltaron policías que llegaran a intentar interrumpir mi trabajo y pedirme que me comportara como todas las otras personas. Tampoco faltó mujeres de avanzada edad que se acercaban con cierta cautela a preguntarme cómo me sentía y si estaba cuerda. Seguramente a lo largo de esta narración citaré otras reacciones.


Así, a partir del contacto constante, insistente y hasta invasivo de los transeúntes, por un lado, y ciego, indiferente y apático, por el otro, construimos varias secuencias que fuimos limpiando, descartando y puliendo.

Propuse trabajar dos secuencias dentro de algo que he venido llamando “capsula”. Las “capsulas”, dentro de una acción escénica, son secuencias de movimientos fluidos, enlazados, partiturados que pueden contener todas las sensaciones o estados por los que la actriz pasa durante toda la acción. La capsula podría contener todo la esencia de la obra o trabajo realizado. Su duración es muy corta y debe aparecer en diferentes momentos de la acción. Su repetición durante el acto, puede ser diferente en tanto a ritmos, calidades, sentimientos y hasta fragmentos. No siempre se realiza toda la capsula, tal vez solo un pedazo. La capsula es un lietmotiv. Ella aparece con cierta frecuencia durante toda la pieza, enfatizando algún sentimiento, llevando a una transición, cambio de atmósfera o ritmo, o interrumpiendo algún momento álgido.

Estas dos secuencias aparecen durante la acción justamente para lo narrado líneas arriba.

Sentíamos que el trabajo no solo podía ser secuencias de movimiento y capsulas. Después de algunas semana sentimos la necesidad de trabajar sobre algunos roles o personajes de diferentes mujeres. Yo no quería que el trabajo, por ser hecho en la ciudad, hablara solo de los problemas de un tipo de mujer, la urbana. Así, propuse cuatro tipos de mujeres. Que en ese momento llamamos así:
       La campesina: Que arrastraría una violencia más aceptada, de casa. Ella consiente el maltrato y le parece natural.
       La matrona: Mujer de colores y ritmos costeros, del litoral. Abierta y sin problema de decir lo que piensa.
       La empoderada: Esta representaría a la mujer de ciudad que tiene noción de las violencias que las sociedades tiene contra las mujeres.
       Omaira[1]: Mujer joven, débil, frágil, ingenua. A quien han engañado sistemáticamente.

Junto con este grupo de mujeres también propuse una imagen-personaje, una vulva. La vulva aparecería por la necesidad de dejar ocultar la parte del cuerpo femenino que más se esconde y la que más sufre violencias. Esta vulva (o chimba, como es llamada en Colombia) saldría a las calles con energía de duende, saltando, gritando, brincando de andén en andén, pidiendo respeto, amor y cuidado.

Iniciamos la exploración de cada una de estas mujeres. Empezábamos siempre con la pregunta de la acción ¿qué saldrá hacer la campesina, la matrona, la empodera, Omaira? Antes de llegar al ensayo, a la calle, predisponíamos una acción.

Imagen Clara Camacho. Av. 19, entre 6° y 7°.
Después de más de tres meses de exploración las acciones se fijaron así. La matrona reparte papaya y advierte que esta solo puede cogerse cuando es ofrecida, se burla de los hombres y juega con la fruta entre sus piernas. La campesina teje una trenza entre postes, bolardos y señales de tránsito, va contando las humillaciones que aguanta sin quejas, sin reproches, sin tristezas. La empoderada coquetea con frases feministas mientras infla condones. Omaira cae al suelo, se levanta y vuelve y cae, mientras confiesa novio que violó, ¿no vio novio que violó? Por último aparece la Chimba que brinca de andén en andén, pidiendo, con voz chillona, besos, abrazos, cuidados y respeto.

 Ensayamos esta estructura en presencia de nuestra colega dramaturga, Carolina Mejía. Ella, después de observar el ensayo, nos propuso otro orden, este producto de la relación que los personajes estaban tejiendo con los transeúntes y con la narrativa de la acción. Por ser la matrona la que más logra interactuar con las personas, tanto las que pasan muy cerca, como las que pasan de lejos, propuso que fuera la última, antes de la Chimba, además porque la relación con la vulva podría ser más rica con este tránsito. También propuso que quien arrancara la acción fuera la campesina, pues podría crear una narrativa iniciando con los discursos más oprimidos y doblegados, hasta las manifestaciones más abiertas y emancipadoras. Estuvimos de acuerdo con esta propuesta. El orden de las mujeres, quedó así:
         Campesina
         Omaira
         Empoderada
         Matrona
         Chimba

La primera vez que ensayamos este orden, nos maravilló la respuesta del público. Tuvimos transeúntes que se estacionaron a ver toda la acción, en general, la atmósfera que logramos fue de una alta receptividad. En los anteriores ensayos, con el otro orden, veíamos como los transeúntes solo paraban para ver una acción en concreto y no toda la secuencia. Con este orden, sentimos que teníamos una sola acción y no cinco cuadros, uno tras otro.

El siguiente trabajo, fue recopilar todos los textos que las mujeres estaban diciendo, limpiarlos y armar los que estaban más débiles o aún no existían. Esto fue, armar el guion de la acción. Clara, me motivo para que yo hiciera este trabajo.

Lo primero que hice fue colocarle nombre a cada una de las mujeres, ellas no podían ser un tipo, un cliché, un rol. Ellas debían tener un nombre propio que implicara al sector de mujeres que estaban representando. Así la campesina se bautizó con el nombre de Florinda, en homenaje a la líder campesina Mamá Tingó (Florinda Soriano Muñoz). A la matrona la llamé Belki, por hacerle un reconocimiento a la bella Belki Arizala, modelo, actriz y empresaria afrocolombiana que realiza trabajos en defensa de las mujeres y las niñas, sobre todo de descendencia afro. Con la empoderada le hicimos un homenaje a Jineth Bedoya, activista y periodista colombiana contra la violencia de género. Omaira, conservó su nombre y la Chimba, no tenía alternativa, su nombre era más que merecido.

Diseño Diana Ayala

La acción tuvo una temporada de estreno de dos funciones el 19 y 20 de diciembre de 2017. Las funciones se realizaron en el horario de la 1:00 p.m. y cada día en un lugar diferente. El primer día fue a los pies de la torre Colpatria (7ma con calle 26) y el segundo, en las escaleras que llevan a la Plaza de Toros sobre la carrera 7° con calle 28.  Después de estas dos funciones concluimos algunos aspectos a modificar, mantener o ampliar. En términos muy generales sentimos que el trabajo hecho representa los deseos y cumple con los objetivos propuestos al inicio.
Durante la primera función, el círculo que formó el público asistente nos pareció molesto y creemos que transformó la acción. El segundo día de la temporada, consientes del comportamiento de los asistentes, decidimos que Clara los organizaría en lugares específicos y les pediría observar la acción preferiblemente desde el lugar dado. Esto resultó mucho más cómodo para mí, sentimos que la acción volvió a tomar el carácter encontrado en los ensayos.
Este carácter es el uso de cierta invisibilidad. Nunca buscamos tener grandes masas de públicos y nos agradaba la sorpresa generada al transeúnte desprevenido que se topaba con la acción. Queríamos conservar la atmósfera de la calle, no variarla. Claro, sabíamos que existía una transformación de esta atmósfera con mis acciones, más cuando usaba la voz con una potencia extra-cotidiana. Sin embargo, tener un público reunido, cambia en gran medida esta atmósfera. Pero si este público parece transeúnte, aún quedaba algo de la atmósfera original.
A modo de conclusión, “Qué Chimba” es una tentativa por hacer manifestaciones vivas, manifestaciones en dónde la actriz sea un elemento motivador de acciones y reacciones, en vez de la imposición clásica de alguien que siempre habla y otro que solo escucha. En “Qué chimba” quien habla, interpela o comparte tiene su espacio, no hay límite de tiempo, espacio y acción. Lo anterior sumado a la palpitante necesidad de descubrir los velos que ocultan la violencia, el abuso y el maltrato producto de nuestras sociedades enfermas de machismos y patriarcalismos. La Chimba sale, habla y reclama, no en un teatro cerradito o en un escenario beligerante. La Chimba descubre las violencias en los espacios más comunes y cotidianos con los que contamos, la calle.
Imagen Andrea Duarte. Torre Colpatria.



[1] Rápidamente esta mujer fue llamada Omaira, por recordar a Omaira Sánchez, niña víctima de la tragedia de Armero (1985).

3 comentarios:

  1. Mafita lo voy a leer con mucha atención-

    ResponderEliminar
  2. Sos una chimba de Mujer! Admiración total por vos, tu entrega y trabajo!

    ResponderEliminar
  3. Que chimba!!
    Me encanto!
    Sobre todo que hayas puesto nombres y nombres de mujeres homenajeables en el tema!

    El discurso, las posturas!

    Y me pareció buena idea dar un orden (por llamarlo así) a los roles!

    Un público concentrado, esta chido. Es importante hablar de eso, generar reacciones, autocríticas, conciencias.
    Todo muy chulo!! Rifado decimos acá!

    ResponderEliminar