Por: María Fernanda Sarmiento Bonilla
Sobre la lucha que hemos dado las
mujeres y que esperamos que cada día sigamos dando acompañadas por los hombres,
celebramos este día. Y sé que frente al tema hay un sin números de debates que
se deben estar dando en espacio públicos, redes sociales, charlas amistosas y,
tal vez, otras no tanto. Y entonces cómo no seguir escribiendo sobre este tema
que tanto me apasiona. Ahora bien ¿qué del tema quisiera gritar con estas
letras?
Escuchando las investigaciones de
mis compañeros de doctorado, en una de ellas afloró la palabra macha, esta apareció dentro del contexto
flamenco y la presencia de lo varonil y la feminidad que contiene, sumándole algo
sobre las teorías queer[1],
y que es (más menos que más) el motivo de investigación de uno de mis colegas.
Yo, que lo único que sé de flamenco es las manos curvadas, el rostro con cejas
fruncidas, las castañuelas de mi tía Amparo y el vestido rojo de pepas negras
que algunas vez tuve que alquilar para las danzas propuestas por mi escuela, me
atreví a señalar que la mujer en el flamenco tiene un tono fuerte, duro, recio
y bravío, me parece que este mujer no es aquella delicada bailarina de ballet,
ni aquella provocadora de las danza afroamericanas. El hombre en el flamenco
por su parte, es todo un macho capaz de enfrentar la bestia más temible, o
concretamente los condenados toros que se someten a sus “bravuras”. Relataba mi
compañero que existen estilos de danza dentro del flamenco que en un principio
están designadas para cada uno de los géneros, pero que con el pasar del tiempo
tanto hombres como mujeres bailan el estilo que le corresponde al otro sexo,
con el detalle que las mujeres si pueden realizar pasos varoniles pero los
hombres no pueden realizar pasos femeninos. Dentro de todo esto y mucho más, el
termino macha, salió de la boca de
otro colega “tú eres toda una macha”,
la palabra apareció como un salvavidas para este investigador que está a la
deriva entre el flamenco, la homosexualidad y una danza nordestina brasilera,
que bastante lejana aparece.
Después de esta divertida y poderosa
discusión volví a pensar en aquellas palabras feministas que consideran a los
hombres como objeto maltratado por el machismo también, negándoles cualquier
posibilidad de sentimiento que tenga tonos de mujer. Quisiera repetir algunos ejemplos
que la literatura sobre el tema ya ha profundizado; la danza es un territorio
femenino y los hombres, o se descubren femeninos en ella o disfrutan de su
masculinidad ejerciéndola como profesión, en cualquiera de los dos casos la sociedad
los castiga. Las manifestaciones emotivas públicas están consagradas a la mujer
y no al hombre, tal es el caso y tan actual, que durante las aplicación de las
Pruebas SER (2014-2015) que fueron creadas por la Bogotá Humana y que valoraron
otros conocimiento como el arte a nivel censal en colegios del distrito, en
estas las mujeres siempre obtuvieron mejores valoraciones que los hombres en
cuento a expresividad en las cuatro áreas valoradas (música, danza, arte
dramático y artes plásticas). Con los valoradores observábamos como los chicos reprimían
sus sentimientos con tal de no dejarlos salir y sentirse vulnerables, por su
parte las chicas aprovechaban para manifestar, con todo el potencial que cada
una traía, sus felicidades, tristezas, frustraciones, sueños…
Entonces, considero a los hombres,
y me entristece saber que la mayoría de los jóvenes de hoy (al contrario de lo
que podríamos pensar) siguen reproduciendo comportamientos machistas y lastimándose
con estos al no poder exponer su parte femenina con toda libertad, sin ser o siendo
homosexual.
Y bueno, ¿qué le corresponde a la
mujer? Ser una macha, esta sí debe seguir supliendo todos los aspectos de la
vida que el hombre, su par, su igual, su compañero, su sociedad no suple. Y
antes que las feministas me den mi coscorrón, advierto que cuando nos
comportamos fuertes, recias, bravías, duras, no estamos queriendo ser machos,
sino aprovechando toda nuestra humanidad para dejar de estar en los polos y,
más bien, disfrutar el pasear entre uno y otro. Paseo que esta sociedad, es
decir hombres y mujeres, le cobran y muy caro a ambos géneros.
Quiero seguir insistiendo en una
educación, en unas relaciones donde el hombre disfrute aspectos de la feminidad
que tanta falta le hacen a esta sociedad. Quiero seguir insistiendo en que hay
que criar machas; hombres que viven
en el mundo de lo femenino, sin problema, disfrutando de todas las ventajas que
esté lado tiene y cumpliendo con el hombro a hombre que esta sociedad necesita
para que no seamos “pájaro de un ala sola” como bien lo dice Galeano[2].
Pero también le pido a las
mujeres que empujen a los hombres a esta parte del mundo. Hoy la lucha sigue, a
pesar de que algunos quieran aparentar que las mujeres ya lo logramos todo por
tener algunas presidentes sobre el globo terrestre, no hemos terminado. Hoy,
todavía escucho a compañeras que deben cargar con toda la responsabilidad de la
crianza de las hijas y los hijos, unas reclamándole al padre que participe de
todo el proceso, otras dejando que ellos se acomoden en el sillón, mientras
ellas con gusto, crían solas a sus bebes. Hay que olvidarse del regaño de la suegra
o el murmullo de la vecina que dice “lo
mala madre que es Sutana, le dejó durante todo el año la niña al pobre padre”.
Sutana, es valiente y sabe que la crianza debe ser de dos, también sabe que
ella no solo es madre, también es mujer y también es humana, y debe seguir su
vida, sus oficios, sus pasiones y no detenerlas por el hecho de tener ya descendencia
en este mundo.
Pido criar machas, hombres que dejen de enseñar tanto a sus hijos, como a sus
estudiantes o vecinos, a ser machos. Vamos por una escuela que enseñe a ambos
sexos el amor, la crianza, la convivencia, y que hoy, tristemente, desde las
clases más poderosa económicamente hasta los barrios más humildes, la seguimos
llevando nosotras. Invito a los docentes hombres a que conviden a sus
estudiantes, a sus chicos, a clases de danza, a clase de cocina, a clases de
limpieza del hogar. Pido a los hombres transitar entre lo femenino y lo
masculino sin miedo, sin temor, con gusto y franqueza, del mismo modo que les
pido que nos dejen habitar sin problemas, ni celos su mundo, que no teman
cuando queremos compartir sus cargos, llevar el mando y por qué no tener el
poder.
[1]
Termino que conocí con los mismos colegas y que según Wikipedia “es un conjunto
de ideas sobre el género y
la sexualidad de las personas. Afirma que los géneros, las identidades
sexuales y las orientaciones sexuales, son el resultado de una construcción social ficticia y arquetípica y que, por lo tanto,
no están esencialmente o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino que se trata de formas socialmente variables”
[2] Inevitable,
soy galeanistica, lo confieso.
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